El nuevo Karate Kid (1994), poca cera

TÍTULO ORIGINAL:
The Next Karate Kid
NACIONALIDAD:
Estados Unidos
AÑO:
1994
DURACIÓN:
107 min.
DIRECTOR:
Christopher Cain
GUIÓN:
Mark Lee (Personaje: Robert Mark Kamen)
MÚSICA:
Bill Conti
FOTOGRAFÍA:
László Kovács
REPARTO:
Hilary Swank, Pat Morita, Michael Ironside, Constance Towers, Chris Conrad, Arsenio Trinidad, Walton Goggins, Michael Cavalieri, Jim Ishida, Rodney Kageyama, Seth Sakai, Eugene Boles, Keena Keel, Tom O’Brien, Thomas Downey, Daniel Inouye, Gustave Johnson, Brian Smiar, Steven Mark Friedman, Christopher Wilder, Annette Miller, Bud Ekins, Paul Bronk

Sinopsis de «El nuevo Karate Kid»

Julie perdió a sus padres cuando solo era una niña. Ahora, a sus diecisiete años, se ha convertido en una adolescente difícil, por lo que su abuela decide dejarla unas semanas bajo la tutela del señor Miyagi, un antiguo amigo, con el fin de corregir su actitud. Por si fuera poco, la joven se convierte en el objetivo de Alpha Elite, un grupo de disciplina militar de su instituto al que deberá aprender a hacer frente.

Chico es más fácil

El nuevo Karate Kid es un melodrama bastante majo con algo de artes marciales. Realmente lo que lastra la película es que lleve «Karate Kid» en el título y que la intenten colar como cuarta parte/reboot con chica de la saga.

Y, es que da la impresión de que han elegido al azar el guión de un típico telefilm de sobremesa y le han encargado a alguien: «mete a Pat Morita interpretando al sr. Miyagi». A veces tenemos la sensación de estar viendo dos películas diferentes que no pegan ni con cola superfuerte.

Por un lado tenemos a una rebelde adolescente intentando superar el trauma de haber perdido a sus padres en un accidente; y por otro lado, está el sr. Miyagi intentando enseñarle karate, con muy poca química entre ambos personajes y apenas ninguna gracia, a pesar de hacer un par de referencias metidas con calzador a la trilogía original.

El hecho de que en EE.UU. haya un monasterio de monjes japoneses de clausura suena a idea bastante ridícula… tan ridícula como lo que acaban haciendo después con ellos. Pero lo del grupo de bullying paramilitar con un Michael Ironside muy despistado a la cabeza supera las cotas del delirio. El final parece un pegote artificial en la trama, en plan «uy, que no hemos metido ninguna pelea en 90 minutos».

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