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Aguas sangrientas (2003), p-e-l-i-c-u-l-ó-n

Aguas sangrientas - poster

TÍTULO ORIGINAL:
Red Water
NACIONALIDAD:
Estados Unidos
AÑO:
2003
DURACIÓN:
92 min.
DIRECTOR:
Charles Robert Carner
GUIÓN:
Chris Mack, J.D. Feigelson
MÚSICA:
Louis Febre, Dominic Messinger
FOTOGRAFÍA:
Michael Goi
REPARTO:
Lou Diamond Phillips, Kristy Swanson, Jaimz Woolvett, Coolio, Rob Boltin, Langley Kirkwood, Dennis Haskins, Gideon Emery, Charles Dumas, Clive Scott, Nicholas Andrews, Tumisho Masha

Sinopsis de «Aguas sangrientas»

Un enorme tiburón toro está sembrando el pánico entre los bañistas del río Missisippi. John Sanders, un experto en perforaciones retirado que se dedica a la pesca con su barco, decide dar caza al escualo con la ayuda de su ex mujer Kelly, una atractiva científica que busca valiosos recursos naturales en el fondo del río para su empresa.

Nostalgia a destiempo

Aguas sangrientas es una película de tiburones con transfondo ecológico y un majete ambiente de cinta de acción de los 80 o 90. Si se hubiera estrenado 10 años antes o unos 12 años más tarde (en plena oleada de nostalgia apolillada) podría haber triunfado.

Tenemos por un lado una empresa petrolífera que busca hidrocarburos en una reserva natural; por otro lado tenemos a un pescador que hace unos años fue uno de los mejores perforadores de la empresa hasta que lo dejó después de un accidente; y finalmente, hay un grupo de traficantes que buscan un botín que uno de ellos intentó esconder hace 5 años en la misma reserva natural. Y, por supuesto, el tiburón que se pasea por el río buscando algo que picar.

Todo un cóctel argumental, aderezado con una típica subtrama de culpa y redención enredada con algo de contenido romántico. Perosnajes y actuaciones pasadas de rosca, sobre todo en el lado de los «malos», ataques lo suficientemente llenos de momentos sangrientos y tensión, y una historia con ligeros toques de misticismo que consigue mantener el interés hasta el final, aunque no sea especialmente novedosa.

Algunos años después, Kristy Swanson volvió a enfrentarse a un tiburón de agua dulce con mucha menos gracia.

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